domingo, diciembre 11, 2005

Ñangotaos


Por Carlos E. Chardon
Los estadistas llevamos cinco generaciones justificando la estadidad ante los americanos, pero también ante nuestros fundamentalistas que se autodenominaron dueños de la patria y la puertorriqueñidad. Los pseudo-intelectuales estadistas, pseudo porque para ser intelectual hay que ser independentista de clavo pasao o light, que es lo mismo que soberanista.
Somos unos ñangotaos.

El que hable de asimilarnos a los Estados Unidos merece que le pongan el cepo y lo azoten en en el Choliseo, con aire acondicionado, please.

Los líderes del P.N.P. han tratado de explicar la estadidad como estadidad jíbara (Ferré), una tesis romántica que atendía una visión hispanófila de intelectuales independentistas; Romero Barceló, único en su pensamiento, sui generis, desvió el tema al bolsillo y la barriga con la estadidad es para los pobres y, ahora, con el mosaico nacional (Rosselló), se integra el pensamiento estadista a la izquierda americana, a los multiculturalistas. Está asimilado totalmente.

Tenemos pavor que se nos tilde de pitiyanquis. Como yo no soy político ni intelectual, apoyo el asimilismo. Pues el que aquí llega y no se asimila lo picamos como para pasteles. Lástima que no tenemos leones. Hace quince años en una conferencia a estudiantes de antropología de Hostos College, donde casi todos eran riqueños y dominicanos. Dos haitianos me habían hablado en español, por lo que supuse que podía hablar en español.

Antes de transcurrido un minuto un riqueño me dice, molesto: "you are speaking Spanish. Why do you take it for granted that being Puerto Rican means speaking Spanish?" Me pegó la bala entre ceja y ceja, pero antes de que llegara al seso le riposté, "¿Then what makes a PuertoRican?"

La contestación fue, "Cause I want to be, I am. So is my girl friend, African-American from Harlem."

"Quiero, luego soy," fue lo que me dijio el joven con un firmeza cartesiana. El comentario de este niuyorican, sin español, sin idea sobre cómo somos en la Isla, tercera generación de migrantes, me cayó como bomba. No por que estuviera en desacuerdo, sino que por cuarenta años que yo había aceptado la tesis racista de los hispanófilos del treinta, que todavía domina el separatismo. Con el español iba todo una manera clasista, blanca o blancucina, de ser riqueño.

Este joven se le escapó a los que nos han comido el cerebro por irse para allá. Se dieron cuenta que la asimilación no era buena ni mala. También de que era parcial y función de cada individuo.
Aquí, los académicos definen la puertorriqueñidad como les da la gana, y los Ñangotaos la aceptan. (Aunque CRB le contestó en su idioma muy particular: "Habrá tan puertorriqueños como yo, pero más que yo ninguno."

Lo último es que somos mulatos, como si el color, como el español, nos definieran puertorriqueños.

Estos son los que dicen que integrarse a Estados Unidos es malo. Se han unido a la izquierda americana que ha sabido sacarle provecho al racismo convirtiéndose en lo que los racistas quieren que nosostros seamos: diferentes, parte de un mosaico donde estamos juntos pero no revueltos.

No nos lo inventamos ná. Se lo inventaron los racistas. En el Norte, la asimilación no ha desmejorado a Jennifer López y no ha hecho daño a Marc Anthony. Ricky Martin ha dado el salto al gran mercado. Chayanne, todavía gurabeño, goza del American way of life a su antojo y conveniencia, sin dejar de ser riqueño de pura cepa. Algunos pudieran decir que en ellos hay son ejemplos de integración camino a la asimilación, de asimilados camino a la re-puertorriqueñización, otros felizmente los llamarían jaibas y aprovechados.

Este joven de Hostos College, y todos los que así sienten son riqueños como nosotros. Y no serían lo que son si no fuera por haberse asimilado. Pero son riqueños. Nosotros también estamos asimilados. Pero, !ay! del que lo diga.

Nos asimilamos todos, de maneras diferentes, en medidas diferentes. Algunos tomamos unas cosas y otros, otras. La asimilación trabaja así en el individuo, pues su necesidad, conveniencia y circunstancia dominan el proceso.

De hecho, algunos nos re-riqueñizamos, lo que no deja de hacernos americanos pues hoy en día quedan pocos que no se han asimilado en una u otra manera. Allá para la época en que don Félix Córdova Dávila estaba en la Legislatura, tenía un primo, William Córdova Chirino, en el mismo partido pero del bando soberanista. En un debate, Córdova Chirino acusa a Córdova Dávila de asimilado, y Don Félix le contesta, "Yes, William."


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