martes, enero 30, 2007

Martin Luther King y su ejemplo para Puerto Rico




Martin Luther King y su ejemplo para Puerto Rico
Por: Ricky Rosselló

Desde el 1986, cuando el presidente Ronald Reagan finalmente puso su firma sobre la ley que estableció el natalicio de Martin Luther King, Jr. como día feriado nacional, celebramos cada 15 de enero la vida y ejemplo que nos legó este luchador incansable de los derechos civiles americanos.

En Puerto Rico, esta fiesta en particular se toma como otro fin de semana extendido, sin prestar mucha atención al significado de lo que se observa, pues la lucha de Martin Luther King, Jr. aparentemente no tiene tanto arraigo para nuestro pueblo como lo tiene, por ejemplo, la celebración del Día del Veterano. Nos parece que, a fin de cuentas, los logros de King tienen que ver más con la eliminación de la segregación racial y la discriminación que existía en los Estados Unidos aún hasta los años ’60, algo que, en gran medida, afortunadamente no hemos vivido en nuestra Isla, excepto tal vez durante la época colonial española.
Sin embargo, como ciudadanos americanos que somos, la lucha de Martin Luther King, Jr. a favor de los derechos civiles debe servir de ejemplo para los que creemos en la igualdad política para todos nuestros ciudadanos, todos sin excepción. Los logros de King fueron más allá de romper las barreras entre blancos y negros. Con sus marchas pacíficas y su desobediencia civil, King logró desmantelar la estructura cívica y gubernamental que justificaba la injusticia de la segregación racial, una injusticia engendrada por la insensatez de la discriminación. Hoy nos parecería horrendo e inconcebible que una tienda ponga un letrero en su vitrina indicando que no se permite la entrada a personas de la raza negra. Igualmente impensable sería tener baños separados para los blancos, o que se fabriquen ciertas escuelas donde sólo pueden asistir estudiantes de color. Peor aún, que no se le permita a los ciudadanos de cierta raza participar de lleno en el proceso electoral de nuestra democracia por el mero hecho de tener la piel de otro color.
Pero todo esto era muy real, sucedía a diario. Y esta burda discriminación existía legalmente, sancionada por el gobierno y por la sociedad en general, hasta hace escasamente cuarenta años. Aquí yace la grandeza de la vida y la lucha pacífica de King, sus seguidores y las organizaciones cívicas que lo respaldaban. Con sus palabras y sus marchas, le hizo entender a toda la Nación que en los Estados Unidos se vivía un esquema de injusticia legalizada que no podía continuar. Dejó saber que, aunque la segregación era la norma y costumbre del momento, eso no quitaba el hecho de que esa norma era una clara violación a los derechos ciudadanos de todo un grupo de personas a las que se les negaba la igualdad bajo la ley; que mientras se mantuviera vigente, la desigualdad civil continuaría manchando la reputación de toda la Nación Americana.
Hoy por hoy, podemos decir que la discriminación racial sólo existe entre individuos o grupos extremos que aún acogen esa mentalidad arcaica. Pero lamentablemente todavía tenemos en territorio estadounidense vestigios de la desigualdad civil institucionalizada, una desigualdad civil que se manifiesta en la falta de representación política en los procesos democráticos de la Nación que sufren los 4 millones de ciudadanos americanos de Puerto Rico.Como ciudadanos de la democracia americana, debemos tener el derecho inalienable de ser representados en pleno ante el Congreso, como también deberíamos tener el mismo derecho que cualquier otro ciudadano a votar por el Presidente y Vicepresidente. Sin embargo, desde que se nos otorgó la ciudadanía americana se nos niega ese derecho, uno de los derechos más básicos en cualquier democracia. A los 4 millones de ciudadanos americanos de Puerto Rico se nos elimina del proceso democrático de la Nación y se hace de manera legal, sancionada por las ramas Ejecutiva, Legislativa y Judicial del gobierno federal. Esta es una fea mancha de la democracia americana que aún no se ha podido borrar.

En su famoso discurso "I have a Dream" ("Tengo un sueño") del 28 de agosto de 1963 en Washington, D.C. King dijo que soñaba con el día en que sus cuatro hijitos pudieran vivir en una nación donde fueran juzgados no por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter. Ya, en gran medida, hemos visto ese sueño hecho realidad. King también dijo soñar con el día en que la Nación se levantara y viviera el verdadero significado de su credo: "Mantenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres fueron creados iguales." En esto último, el sueño de King se ha quedado tronchado.
Pero su propio legado nos enseña que nunca debemos perder la esperanza. Esta semana, en la que celebramos el sueño de un hombre que creía en la grandeza de la democracia, y luchaba por la igualdad y la justicia de su Nación, recordemos su obra y apliquémonos su gran enseñanza. Sigamos adelante en busca de la igualdad civil y ciudadana que nos merecemos en ley. Sigamos adelante hasta lograr el sueño de que un día Puerto Rico participe íntegramente de todos los procesos cívicos de la gran Nación de la que somos parte.

1 Comments:

At 8:25 a. m., Blogger Antonio Velázquez said...

Antonio Velázquez, Administrador de Perspectiva Estadista les invita a acompañar al Presidente del Partido Nuevo Progresista, el Dr. Pedro Rosselló este martes 6 de febrero del 2007 a la vista que se celebrará en su contra, acompañalo al tribunal de San Juan. Hoy es el Presidente del Partido Nuevo Progresista mañana puedes ser tú.

 

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