miércoles, mayo 10, 2006

La muerte del ELA


Por: Luis Dávila Colón
Analista de noticias

La lenta historia tiene ciclos de precipitación acelerada en los cuales dada la naturaleza trascendental de la secuencia de eventos y sucesos, apenas percatamos su magnitud, profundidad y consecuencias. Pasamos precisamente por uno de esos momentos.

Atestiguamos el tiempo, el espacio, la secuencia y los días, horas y minutos de la muerte de todo lo que ha representado el ilusionismo y la gran mentira del Estado Libre Asociado. Analizar esa muerte con lujo de detalles tomaría un libro. Sin embargo, en un espacio cronical tan reducido como éste, apenas podemos listar todos los grandes fracasos de los conceptos y principios del ELA que han quedado anulados:

1) En Puerto Rico no hay ni ha existido democracia. Por 60 años vivimos la ilusión de un supuesto gobierno que emane de la voluntad del Pueblo. Aquella vieja perorata de que la democracia es el Gobierno del Pueblo, para el Pueblo y por el Pueblo, ha quedado reducido a chatarra con el comportamiento burlesco e inmoral de un Gobernador con humos de emperador y una Asamblea Legislativa con complejo de asnos.

Si algo nos ha enseñado el novelón de la crisis es que aquí los electores no mandan nada. Las decisiones principales las toma un Congreso y un Presidente por los que no podemos votar. La Legislatura con toda la teoría de pesos y contrapesos y todo el llamado gobierno compartido no sabe ni se le permite fiscalizar. El Gobernador impera. Y el país le pertenece al gobierno permanente. Puerto Rico es dominio y titularidad de los caudillos, de la partidocracia, de la mediocracia, de los bonistas y prestamistas, de la oligarquía, de los sindicatos irresponsables, de la "suciedad civil", del terror, del miedo, de la violencia, de los gritos, de los insultos, del culto al personalismo y de la mediocridad.

Basta leer el Preámbulo de la Constitución para saber que los siguientes principios han quedado derrotados e inoperantes. En este caos anárquico no hay organización política; ni las leyes ni la Constitución se respetan; nadie busca el bienestar general; la voluntad de los caciques y no la del Pueblo es la verdadera fuente de poder político; los derechos ciudadanos están subordinados al desorden cívico y la opinión del Pueblo no vale un carajo en la toma de decisiones colectivas.

(2) Si usted continúa mirando la Constitución del ELA se dará cuenta también del deceso de los siguientes principios durante esta crisis: el voto no determina nada; el sufragio universal es irrelevante; hoy sufrimos un gobernador ilegítimo, no electo e impuesto por un golpe de estado judicial; un senador líder de la oposición que fue derrotado, que se apropió de su escaño mediante artimañas y que, al igual que su contraparte, no tiene sensibilidad democrática alguna; un Tribunal Supremo que responde a la premisa inarticulada del partidismo popular regente; y dos presidentes camerales monigotes que han permitido que en la Cámara presida un senador que dice co-gobernar a nombre de su partido partido y un presidente senatorial corrupto que le robó el mandato a su partido y que sirve de marioneta y sello de goma del Gobernador. Estamos entonces, en el momento en que toda la autoridad se ha deslegitimado y en que el gobierno se ha convertido en un aparato bastardo. La pregunta que se hace es, quién rayos eligió. Nadie. Pero todos son criaturas de un electorado ciego y tan indolente como manipulado.

(3) La bancarrota del Estado Libre Asociado en el año en que se rompieron todos los récords de radicación de planillas y de recaudos de contribuciones, es la zozobra del Estado acaparador, del gigantismo gubernamental, de las nóminas hiperinfladas, del centralismo todopoderoso, del padronazgo político, de la locura de permitir uniones y sindicatos con intereses contrapuestos al Pueblo que les da sustento, de la gobernación plenipotenciaria y del derroche de fondos sin cortapisas ni límites de gastos. En fin, es el descalabro de ese estatismo socialista interventor, acaparador y dirigista de la economía y de la vida social y política del país. Ese estado parasitario, improductivo y sobrenacionalizado en el que todo lo que el gobierno toca se convierte en piltrafa, es precisamente la mitología que estamos enterrando.

(4) Esa ruina estructural y moral viene acompañada por la derrota de las teorías financieras que sostuvieron al ELA durante estos 55 años de vida inútil. Si algo ha quedado requeteprobado son los siguientes principios económicos:
(a) Que el país no puede progresar mientras el gobierno continúe siendo la principal fuente de empleo, el motor económico y el ancla de la prosperidad que nunca llega.

(b)Que las políticas fomentarias de exenciones contributivas a tutiplén, tasas mínimas contributivas para la banca, proteccionismo que pasma la competitividad, sobredependencia en la industrialización, decretos industriales no atados al empleo y esquemas de evasión legislada y permitida, han creado una sociedad de grandes desbalances económicos donde el sobrepeso de mantener al gobierno recae en la clases media y trabajadora y en el capital productivo.

(c)Que esas deficiencias de financiación pública y de desigualdades sociales no pueden ser resueltas por la solución más fácil que han encontrado los políticos del imperante Partido Popular: legislar impuesto sobre impuesto,
decretar aumentos tarifarios sobre más aumentos, castigar a los profesionales y a los empresarios que generan empleo con más y más costos operacionales con el único propósito de satisfacer la voracidad de un gobierno cada día más gordo, burocrático e insaciable. Sí. Somos esclavos del ELA.

(d) Esas políticas demenciales han creado un desempleo estructural tres veces mayor a la tasa promedio en los Estados Unidos, un nivel de miseria y de pobreza cinco veces mayor al del Continente, una economía minusválida que depende cada vez más de transferencias federales y un país de exiliados en el que el 52% de su población (4.2 millones) ha tenido que emigrar para buscar una mejor vida en los Estados Unidos. Esa fábrica de miseria ha convertido a Puerto Rico en el único país en el mundo donde por razones de seguridad, bienestar, asilo político o de penuria económica, más de la mitad de sus hijos se han visto obligados a vivir desraizados.

La culpa no está en la echada de culpas. El ELA lo parimos y lo sostenemos nosotros. Se trata de nuestro pequeño monstruo. Desgraciadamente engendrado a imagen y semejanza. Yep. El Puerto Rico feo que sufrimos hoy es el producto de ese ELA grotesco y podrido de ayer, hoy y mañana. Continuará...

origen: El Vocero


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