miércoles, julio 29, 2009

Mensaje del Dr. Rossello en Celebracion de Barbosa


Mensaje del Dr. Rossello en Celebracion de Barbosa.

Nos reunimos aquí en ocasión que celebramos el natalicio número 152 del Padre del Ideal Estadista, el Dr. José Celso Barbosa.

Tradicionalmente, el pueblo estadista recuerda con orgullo y agradecimiento la trayectoria de vida y la obra de nuestro prócer fundador en eventos y actividades anuales… por lo que me permito felicitar de corazón a los organizadores de esta actividad por haber tomado la bandera estadista, que otros abandonaron, en recordación de nuestras raíces políticas y sociales.

Hoy, recordamos al hombre de cuna humilde… nacido en Bayamón en el 1857… que nos enseñó con su ejemplo que las causas justas no se claudican.

Aún sus más ardientes adversarios reconocían la férrea adhesión a sus ideales.
A don Luis Muñoz Rivera, uno de sus más distinguidos y respetados adversarios políticos, se le cita diciendo:

“… en Puerto Rico creen que el Dr. Barbosa y yo estamos muy separados y eso no es verdad. Yo soy un gran admirador del Dr. Barbosa, y admiro asimismo no sólo la firmeza de sus ideales, sino el hecho que el Dr. Barbosa ha estado perfectamente orientado. Y lo único que me priva de seguirle y continuar por el ideal que él combate es el hecho de que yo creo que no llegaremos a conseguir lo que el Dr. Barbosa se propone.”

Hoy aquí, estamos los que sí le seguimos en su ideal, y los que estamos convencidos que sí se puede conseguir… que llegaremos.

Hoy, celebramos a Barbosa el médico, el pensador, el gran político, el editor, el humanista, cooperativista y líder social…
y honramos las grandes virtudes humanas que este gran prócer nuestro le legó a su pueblo.

Personalmente, siento gran afinidad al Dr. Barbosa, no sólo por su ideario político, sino también por su trayectoria personal.

Probablemente todos aquí conocemos la extraordinaria ruta de formación que tuvo que viajar el joven José Barbosa; la fuerza de su carácter venciendo los más descarados obstáculos en su propia patria.

Recordemos cómo, ante la burda negación de oportunidades profesionales en su propia tierra, marchó a latitudes frígidas, lejos de su cálido entorno tropical, en búsqueda de su capacitación personal (hoy lo llamaría yo, su empoderamiento personal).

Y fue en ese entorno, extraño en el momento, pero abierto al desarrollo basado en los méritos personales y no en las conexiones sociales, que floreció el carácter, el talento, el recio convencimiento de sus principios liberales, y la profundidad de su pensamiento.

Y fue así que se graduó como Doctor en Medicina de la Universidad de Michigan, no como uno de tantos compañeros de estudios, sino como el primero en su clase de 1880.

En una comunicación reciente que su nieto don Joe Barbosa me envía, encuentro una descripción muy apta de estas facetas más personales, menos públicas del padre de nuestro ideal.

Y cito a don Joe: “Siempre he pensado que la dimensión de Barbosa como político ha sido equivocadamente el énfasis que han hecho los historiadores boricuas, y no han apreciado las facetas formadoras que forjaron la compleja personalidad de José Celso Barbosa; sin el doctor, sin el líder político, sencillamente, Barbosa íntimo…”

De esa compleja personalidad se destilaba una esencia, dicho en palabras de don Joe, “Dicha esencia incluye la razón humana, la tolerancia religiosa, la tendencia a ayudar al prójimo y la capacidad de soportar calumnias sin doblegar su espíritu.”

Y aquí se encuentra la poderosa atracción que siento, tanto por su ideal como por su carácter e intelecto.

Al igual que lo manifestó con su trayectoria personal, Barbosa siempre mostró consistencia en su visión para el futuro de su pueblo… y consistencia en su ideal. Durante el período español, fue Barbosa autonomista bajo la soberanía de España. Pero fue, sobre todo, un autonomista de visión republicana, es decir, creyente de la República como ente de gobierno.

Fue por eso que cuando otros autonomistas del patio, incluyendo a don Luis Muñoz Rivera, aceptaron un pacto con el partido monárquico peninsular, Barbosa, consistente en su visión y sus ideales, rechazó el llamado Pacto Sagastino. Explicó Barbosa su postura:

“Somos republicanos por honrada convicción; y naturalmente no podemos como tales afiliarnos a un partido monárquico. … se deduce que… los republicanos afiliados al partido autonomista continuarían siendo republicanos autonomistas, pero no afiliados a la colectividad que para ellos les exigiese sacrificio de sus honradas convicciones opuestas a la monarquía.”

Barbosa también fue consistente en su fidelidad a su visión democrática, a su lucha por las libertades del individuo y los derechos civiles de sus compatriotas. Lo fue durante el período español, como subsiguientemente el resto de su vida bajo la soberanía americana.

Muchos han sido los discípulos y sucesores de Barbosa, incluyendo numerosos puertorriqueños que han gozado del privilegio que les ha otorgado nuestro pueblo de ocupar posiciones de poder político o social.

Pero hoy quiero dirigir mis palabras, directamente y sin intermediarios, a los que han tomado la bandera de los derechos ciudadanos, los que han continuado su lucha y han seguido sus postulados, y que no han requerido reconocimientos, o puestos de poder o de honor.

Por un lado, a los que derivan su condición de barbosianos directamente de sus lazos familiares, a la familia Barbosa, descendientes no sólo del ideario, sino de sangre. A éstos, esta noche, dirijo mi mensaje a través de su distinguido nieto, el primogénito que lleva su nombre y la tradición de su familia, el Dr. Joe Barbosa.

Por otro lado, a los que, aunque no somos familiares de sangre, sí somos sus herederos e hijos en la determinada búsqueda del ideal que tan claramente representó José Celso Barbosa, y que con tanta esperanza nos legó.

Por eso hoy, mi mensaje va dirigido a Barbosa… y su gran familia estadista…

Utilizaré el formato de un Mensaje de Situación… no del Estado, como se hace anualmente por dictamen constitucional… sino de Situación del Ideal… el cual hago por dictamen de la conciencia y la razón.

La situación de un ideal que ha sobrevivido más de un siglo; que ha trascendido múltiples administraciones gubernamentales, pero que lamentablemente no ha logrado su triunfo final… la victoria de todos y cada uno de los hijos e hijas de esta patria de Barbosa y nuestra.

La Situación del Estado del Ideal. ¿Dónde estamos? ¿Qué trecho nos falta por recorrer en la ruta que nos trazó Barbosa? ¿Qué se requiere de cada uno de nosotros, sus compatriotas y correligionarios, aunque sea por “distintos caminos”, pero apuntando al destino común?

Tal como otros pueblos que también han tenido un largo peregrinaje hacia su destino, el nuestro, después de cuatro siglos de coloniaje español, comienza una nueva etapa para la plena consecución de sus derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, allá en el ocaso de un siglo viejo y el albor de uno nuevo.

Y así es que Barbosa y su pueblo reciben una promesa de este destino, en las palabras del General que comandó la entrada militar de la bandera de las franjas y las estrellas a nuestra tierra. Y aunque confió que llegaríamos como pueblo, Barbosa nunca llegó a la Tierra Prometida. Como otro gran líder de los derechos humanos, civiles y políticos, Martin Luther King… Barbosa podría muy bien haber usado sus palabras:

“Well, I don't know what will happen now. We've got some difficult days ahead. But it really doesn't matter with me now, because I've been to the mountaintop. And I don't mind. Like anybody, I would like to live a long life. Longevity has its place. But I'm not concerned about that now. I just want to do God's will. And He's allowed me to go up to the mountain. And I've looked over. And I've seen the Promised Land. I may not get there with you. But I want you to know tonight, that we, as a people, will get to the Promised Land!”

[“Pues, no sé qué pasará ahora. Nos esperan días difíciles. Pero eso no me concierne en estos momentos, porque ya he llegado a la cima de la montaña. Y me tiene sin cuidado. Como cualquier persona, me gustaría vivir una larga vida. La longevidad tiene su lugar. Pero eso no es lo que me concierne ahora. Sólo quiero responder a la voluntad de Dios. Y Él me ha permitido escalar la montaña. Y desde ahí lancé una mirada, y vi la Tierra Prometida. Puede que no llegue a ella junto a ustedes. Pero quiero que sepan que esta noche, nosotros, como Pueblo, ¡llegaremos a la Tierra Prometida!”]
Hoy… con confianza reitero ese pensamiento: aún cuando muchos de los que dedicaron sus vidas a llegar a la Tierra Prometida de la vida, la libertad y la felicidad, no lo lograron en su odisea personal, como pueblo… como puertorriqueños… sí llegaremos… “we, as a people, will get to the Promised Land ”.
Barbosa siempre visualizó la situación de su patria desde la perspectiva de los derechos humanos, los derechos civiles de sus hermanas y hermanos, de todos sus compatriotas: (y cito)

“En lo que a derechos se refiere, en ningún caso pueden éstos ser desconocidos o arrebatados sin que surja la protesta adoptando una que otra forma; Puerto Rico se halló siempre en el caso de protesta, y lo hizo durante el régimen anterior; y la protesta perdurará cuanto sea necesario para llegar a la integración total de los derechos de que debe disponer un pueblo libre. Pero sería injusto negar que en nuestras relaciones con el pueblo americano hemos adquirido un caudal de derechos de los que antes no habíamos disfrutado; que gozamos de mayor libertad práctica que un gran número de naciones americanas independientes; y que ciertos hechos… inducen a creer que los derechos que se nos han concedido se completarán al fin…”

He aquí el trabajo inconcluso de derechos plenos que nos legó Barbosa. Más adelante nos alecciona de la siguiente manera: (y cito)

“Y así, siendo una consecuencia de nuestra asociación con el pueblo americano el poseer el suelo donde nacimos, el poseer todos los derechos de ciudadanos libres y tener leyes nuestras, ¿qué tiene de sorprendente que este conjunto despierte el patriotismo inteligente y reflexivo de que antes hablábamos, perfectamente compatible en lo que tenga de americano y en lo que tenga de puertorriqueño? No sólo es patria la tierra donde se nace. Nuestras libertades y derechos son patria también.”

Con este trasfondo, en este informe de Situación del Estado del Ideal al prócer Barbosa y su pueblo, repasemos la ruta recorrida y el trecho que nos queda por delante. Barbosa anticipaba los pasos hacia un gobierno pleno, democrático en su médula, respetuoso de amplios derechos civiles y políticos. ¿Cuál ha sido la historia de estos esfuerzos?

El Congreso ha sido la ruta más viajada, con los desenlaces más decepcionantes. Ha sido una recurrente historia de “dar vuelta a la noria”, para terminar en el mismo lugar y continuar sin fin. Esto ha sido reconocido aún por miembros del Congreso. En las deliberaciones del 102do. Congreso, el senador J. Bennett Johnston lo caracterizó así:

“En realidad, Puerto Rico tiene una larga historia de peticionarle al Congreso. Han tenido elecciones allá. Han hecho peticiones. Han formado comités ad hoc. Han hecho peticiones firmadas por una tercera parte de sus votantes… El problema no ha sido un problema con Puerto Rico. El problema ha sido con el Congreso. Hemos presentado más de 30 proyectos de ley. Hemos tenido proyectos sobre la estadidad, 16 de ellos; proyectos sobre la independencia, 7 de ellos; proyectos sobre el estado libre asociado mejorado, 3 de ellos. Hemos tenido proyectos combinados. Y nunca llegan a nada.”
En realidad han sido sobre 90 resoluciones de los Cuerpos; resoluciones conjuntas y proyectos de ley sometidos al Congreso… y como concluye J. Bennett Johnston, “nunca llegan a nada”.

Desde los primeros proyectos y resoluciones radicados en el Congreso 51 (1901-1902), hasta la más reciente radicación del Proyecto 2499 del actual Congreso 111, la historia ha sido la misma… un decepcionante desenlace.

Nuestra esperanza llegó a su más alto nivel en 1998, cuando la Cámara de Representantes aprobó el proyecto H.R. 856, el “United States-Puerto Rico Political Status Act”. Pero el Senado, después de vistas públicas, no actuó en su versión S. 472, “The Puerto Rico Self-Determination Act”, y sólo se conformó con adoptar la Resolución del Senado 279. El desenlace fue el mismo: ¡A comenzar de nuevo en el próximo Congreso!

Ante esta larga historia de avances a medias y resultados fracasados, se requiere una nueva estrategia, diferente, no utilizada anteriormente por nuestro pueblo.
En los tribunales federales… vemos similarmente la triste historia de una doctrina injusta y anacrónica de los Casos Insulares. Los denominados “Casos Insulares” dieron la bendición jurídica a la nueva y controvertible doctrina americana de expansión colonial. El término se refiere a una serie de decisiones del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que confirmaron y afirmaron la doctrina de lo que distingue un territorio incorporado de uno no-incorporado. En esencia, a través de esta doctrina judicial, se validó el poder colonial que el Congreso podía ejercer, con pocas limitaciones, sobre Puerto Rico y los territorios. Interesantemente, fue esta misma Corte (del juez presidente Melvin Fuller) que similarmente validó la funesta doctrina de segregación racial en el caso Plessy v. Ferguson.
Aunque a través de los esfuerzos de los luchadores de derechos civiles a mediados del siglo XX se logró que una Corte Suprema diferente descartara esa infame doctrina de segregación racial… con pesadumbre debemos recordar que múltiples esfuerzos para que se descartara asimismo la doctrina de segregación geográfica de los territorios no ha sido exitosa. Aún existe el obvio discrimen y la limitación de los derechos de los ciudadanos americanos sólo por causa de su residencia en un territorio. El limitante ghetto jurídico persiste, aún ante el intento de muchos que han argumentado la incompatibilidad de la doctrina de los casos insulares con los postulados constitucionales de los derechos civiles y políticos.

Los casos más reciente radicados por el licenciado Igartúa y por el licenciado Romeu han sido víctimas de decisiones adversas a nuestros derechos. Se requiere en este campo un nuevo abordaje que rete la doctrina medular de los casos insulares, y no meramente el reclamo individual de cada derecho limitado.
Los resultados de las luchas en los tribunales federales han sido repetitivos: rechazar el reconocimiento pleno de nuestros derechos y responsabilidades ciudadanos basado en una doctrina arcaica y discriminatoria, elaborada hace más de un siglo. Por eso requerimos un nuevo abordaje.
¿Y qué de los esfuerzos en la Rama Ejecutiva? Innumerables han sido las comisiones presidenciales, los “task force”, los grupos de estudio, las visitas por oficiales de la Presidencia y del Ejecutivo federal. El resultado se ha quedado siempre corto de una acción final y definitiva.

Aquí también hemos vivido la condena de los ciclos electorales, yendo de elección a elección, y de promesa a una nueva promesa. Aquí también se requiere nuevas y distintas iniciativas.
El abrir nuevas brechas fue extremadamente provechoso en la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Refiriéndonos a esta exposición, hemos llevado nuestro caso de violación de derechos civiles ante la Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos. En abril del 2008, acudimos formalmente ante la Comisión para que evaluara y respondiera a la total ausencia de los derechos al voto y la representación federal, y la consecuente violación de las leyes internacionales de derechos humanos. Hace un año, me reuní con el Presidente de la Comisión Gerald Reynolds en Washington, D.C., y reclamé que se celebraran vistas en Puerto Rico y que se informara al Congreso, al Presidente y al Pueblo, sus hallazgos y recomendaciones.

Abriendo aún más el cerco, habremos de solicitar que el Departamento de Justicia federal, por medio de su División de Derechos Civiles, también asuma jurisdicción e intervenga en las violaciones a nuestros derechos civiles fundamentales.

En la comunidad internacional, está planteada la situación colonial de nuestra Isla, y la violación de derechos ciudadanos de los puertorriqueños. En las Naciones Unidas, ya son 28 las resoluciones que aprueba el Comité de Descolonización desde que comenzó a atender el asunto en el 1972. Consistentemente, el Comité hace un llamado al gobierno de los Estados Unidos para que se establezca un proceso pleno de libre determinación.

Sin embargo, la acción no ha llegado a la Asamblea General, donde la única vez que se debatió el tema fue en el 1953. En aquél entonces, la resolución 748(VII), aprobada a solicitud de los Estados Unidos con el aval del gobierno de Puerto Rico, dispuso que, con la creación del ELA, Puerto Rico había logrado un gobierno propio pleno. Como resultado, se eximió a Estados Unidos de tener que rendir informes como obliga el Artículo 73(e) de la Carta de la ONU a las potencias coloniales. Esta inconsistencia con sus propias definiciones para la descolonización del mundo aún persiste.

Por otro lado, en nuestro propio hemisferio, la Organización de los Estados Americanos, en su Comisión Interamericana de Derechos y Responsabilidades, ha acogido nuestra petición de que se evalúe la situación de Puerto Rico y se determine que existen violaciones reales de los derechos humanos y civiles de nuestros ciudadanos. Hemos reclamado, a nombre de los 4 millones de ciudadanos americanos residentes en Puerto Rico, que el gobierno federal está violando las disposiciones de la Declaración de los Derechos del Hombre y de la Carta Democrática Interamericana.

La Comisión ha requerido, ya por segunda vez, que el gobierno federal de los Estados Unidos conteste nuestros reclamos. En su última comunicación a nosotros, el 8 de julio, la Comisión le extendió el plazo para contestar hasta julio 23, 2009. Habiéndose ya cumplido el término, estamos en espera que nos informen la respuesta oficial del gobierno federal. Paralelamente, he solicitado una reunión oficial con la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, para plantear directamente los reclamos de nuestros ciudadanos y aclarar los elementos de juicio necesarios para la respuesta federal a la OEA.

Y en nuestros esfuerzos internos, aquí en nuestra Isla, ¿qué ha trascendido?
Desde la adopción de la Constitución del ELA, hace ya más de medio siglo, nuestro pueblo ha intentado expresar su voluntad a través de procesos plebiscitarios. Nunca han sido vinculantes; nunca se han reconocido por la metrópolis; nunca, a final de cuentas, han cambiado la naturaleza territorial y colonial del ELA.

Sí ha ocurrido un avance parcial. El plebiscito de 1993 eliminó el mito de que el ELA gozaba de una mayoría absoluta de apoyo; el del 1998, estableció que no había consenso de opción, pero la fórmula más favorecida fue la estadidad.

Se requiere ahora una expresión clara, fuerte e inequívoca para completar la evolución hacia la justicia y el progreso final de nuestro pueblo: la Estadidad.
Y en este peregrinaje centenario, ¿hasta dónde hemos llegado? ¿Dónde nos encontramos? Aunque quizás se puede justificar la desilusión y pérdida de esperanza de algunos, al repasar esta larga historia de intentos fallidos y amargas decepciones, si analizamos la situación actual, podemos concluir, de la manera más simple y directa, que nos encontramos hoy en la situación más favorable que hayamos tenido para concluir este asunto inconcluso de la democracia americana.
¿Cómo, se preguntarán algunos, puede ser esto? Veamos.
Llegamos a esta determinación describiendo la realidad actual en tres escenarios distintos: el local o estatal, el nacional y el internacional.

Comencemos con el medioambiente local. Hoy, virtualmente todos los puertorriqueños reconocemos la naturaleza colonial y territorial del estatus actual. Esto es un avance significativo. No siempre fue así. Hace tan poco tiempo como par de décadas atrás, nuestro propio movimiento estadista no se atrevía a sustentar tal declaración; sólo se argumentaba que teníamos “visos coloniales”. Hoy, aceptamos en amplio consenso la realidad colonial y territorial del Estado Libre Asociado.

Hoy, tal determinación también ha sido oficializada por los informes de comisiones presidenciales, bajo administraciones, tanto demócratas como republicanas. No hay discusión seria y creíble sobre esto. Puerto Rico ha sido y continúa siendo una colonia.

En adición a estas aseveraciones legales, hoy nuestro pueblo puede sentir y vivir en carne propia el resultado de mantener una relación colonial de dependencia por tan largo tiempo; hoy sufre nuestro pueblo la implosión de la condición colonial y de sus disfunciones sociales: un quebrantamiento de las condiciones económicas de nuestra gente, agravada por una exagerada y creciente desigualdad que amenaza la estabilidad y tranquilidad social; una violencia cruel e insensitiva que cada día destruye más nuestra esperanza de futuro, nuestras jóvenes generaciones; un injusto retroceso en reconocer el derecho a los servicios de salud para toda nuestra gente; una creciente brecha en la calidad de la educación de nuestros jóvenes y en su capacidad para manejar productivamente las nuevas ciencias y tecnologías; y en general, un dramático declive en nuestros parámetros de convivencia social que impide el progreso y la justicia que deben ser características de una sociedad progresista de avanzada.
Esta situación obliga a nuestra ciudadanía, como nunca antes tan dramáticamente, a aceptar que tenemos que tomar decisiones fundamentales de cambio ahora, o se nos muere el pueblo. Es el antiguo adagio oriental: el difícil problema se convierte, a su vez, en extraordinaria oportunidad.

Por otro lado, en nuestro medioambiente gubernamental contemporáneo, tenemos una administración de gobierno estatal que representó a nuestro pueblo el compromiso de culminar nuestro perenne andar hacia la estadidad federada. Ya tiene el aval del pueblo para proceder a cumplir audaz y contundentemente. Este gobierno, Ejecutivo, Legislativo y, por primera vez, aún la rama no directamente electa por el pueblo, la Judicial, tiene autorización del pueblo para proceder, sin demora, al fin de la colonia.

Similarmente, en el medioambiente nacional: nunca mejor escenario; nunca mayor oportunidad. A nivel congresional, se cuenta con una mayoría abrumadora de un partido – un partido que ha sido más consecuente cuando se cuentan los votos en apoyo a la determinación política democrática y la apertura hacia la Estadidad; un partido que ha sido sensitivo a las aspiraciones de ese amplio pueblo hispano que exige la igualdad de oportunidades y opciones.

En el ámbito ejecutivo federal, un Presidente como nunca antes: Barack Obama. Una oportunidad para entender y apoyar nuestros justos reclamos dentro de una visión nacional de la diversidad del pueblo como fuente de fortaleza, y no óbice de problemas.

El presidente Obama, al igual que utilizó su propia biografía para postular una nueva relación de los Estados Unidos con el mundo islámico, podrá referirse a esa misma biografía de diversidad, de lucha por los derechos civiles de toda la ciudadanía, de empatía hacia las aspiraciones de los grupos minoritarios y de una actitud activista para resolver finalmente problemas persistentes a través del tiempo. En fin, para comprender intelectual y emocionalmente la denigrante naturaleza de la condición colonial de Puerto Rico, las violaciones de derechos civiles de los ciudadanos americanos de este terruño nuestro, y la urgente necesidad de actuar para dar punto final a este esencial asunto inconcluso de su propia democracia americana.

Nunca antes se había dado esta coyuntura en la Presidencia de la Nación. Y de esta situación, brota la esperanza de que esta historia personal de la vida del Presidente permita y estimule una nueva relación de dignidad y de justicia para todos los hijos e hijas de esta patria nuestra.
En su mensaje desde Egipto el 4 de junio, nos señaló el presidente Obama: (y cito)
“For centuries, Black people in America suffered the lash of the whip as slaves, and the humiliation of segregation. But it was not violence that won equal rights. It was a peaceful and determined insistence upon the ideals at the center of America’s founding.”

[“Durante siglos, los negros en América sufrieron el azote del látigo como esclavos, y la humillación de la segregación. Pero no fue con violencia que se ganaron los derechos civiles. Fue la determinada y pacífica insistencia en los ideales medulares sobre los que se fundó América.”]

Es esta misma determinada y pacífica insistencia que hoy se requiere de nosotros. Ésos son los mismos ideales que debemos adelantar como portaestandartes de nuestras justas aspiraciones… las obvias limitaciones de derechos de la ciudadanía en Puerto Rico son incompatibles con el espíritu y la letra de la Constitución y las leyes de los Estados Unidos.

Y aún cuando miramos al tercer pilar del gobierno federal, la Rama Judicial, también vemos real motivo de esperanza. Por primera vez existe la alta probabilidad de que el problema de falta de derechos fundamentales en nuestra Isla sea comprendido desde una perspectiva intelectual y ordenada, pero también con una sensibilidad de los efectos sociales de tal desviación de los ideales de los derechos humanos.

Una mujer puertorriqueña, distinguida por una excelente trayectoria de labor judicial, se encuentra en la antesala del tribunal de más alta jerarquía de la Nación. Dentro de poco tiempo, es mi convencimiento, la jueza Sonia Sotomayor será confirmada como la primera hispana y la primera puertorriqueña en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos.

Al igual que la realidad del primer presidente afroamericano, y el primer gobierno de filosofía estadista en las tres ramas del gobierno estatal de Puerto Rico, esto es un suceso único sin precedente en nuestra historia. De igual manera que la propia biografía de un hombre afroamericano le concede al Presidente una visión y una sensibilidad del significado real de los derechos humanos, asimismo la biografía de una distinguida y sensible mujer puertorriqueña asegura la comprensión y el profundo entendimiento de la ausencia de esos mismos derechos en sus conciudadanos residentes en este terruño nuestro, y de las funestas consecuencias sobre la búsqueda de la felicidad de su pueblo.
Éste es, en verdad, un punto de coyuntura histórico y de alineamiento de los astros. Llegó la hora para retar con éxito los arcaicos Casos Insulares.

Si lanzamos nuestra mirada más ampliamente al medioambiente internacional, también podemos identificar una nueva confluencia de factores que propenden a obligar la resolución de las deficiencias democráticas de la Nación y el reconocimiento de nuestros plenos derechos en nuestra Isla. Después de tres siglos que sirvieron para expandir y consolidar un mundo de colonialismo europeo, comienza un vigoroso período de descolonización.

Luego de la Declaración de la Independencia de las 13 colonias británicas que se unen para conformar los Estados Unidos de América en 1776, el siglo XIX es testigo de amplios movimientos de descolonización en las Américas. No es, sin embargo, hasta mediados del siglo XX que un verdadero y dramático proceso mundial se establece para eliminar el colonialismo alrededor del globo.
Durante un período relativamente corto entre 1947 a los años ’60, desaparecen unos amplios imperios coloniales con el establecimiento de nuevas naciones en Asia y África. Con el advenimiento de la Organización de las Naciones Unidas, se consolidan los esfuerzos para declarar la descolonización total como meta civilizada del mundo.

Llegado el siglo XXI, sólo permanecen pequeños remanentes de aquel colonialismo que en tiempos pasados dominó al mundo. Hoy, se identifican sólo 16 jurisdicciones que no cuentan con gobierno propio y permanecen colonias de otros países. De éstas, Puerto Rico es la más extensa y la más poblada.

Con la continua presión para lograr la meta de un mundo sin colonialismo, representamos en Puerto Rico la mayor oportunidad que tiene el concierto de naciones para eliminar dramáticamente este remanente del coloniaje del mundo anterior. El escenario está maduro para que la ONU, en su Asamblea General, atienda el caso colonial de Puerto Rico. Asimismo, la OEA se enfrenta a una determinación sobre los aspectos de los derechos de los súbditos coloniales. Por lo tanto, al igual que en el ámbito local y el nacional, también en el escenario internacional se han agregado frentes que nos llevan a la conclusión que tenemos ante nosotros el momento más prometedor y preciso para actuar y dar punto final a la colonia en Puerto Rico.

Al visualizar las grandes oportunidades del presente en la lucha centenaria de nuestro Ideal, se hace obligatoria la pregunta: ¿Qué debemos hacer?
La historia es gran maestra. Y nuestra lucha histórica debe nutrirse de esas lecciones del pasado. Una potente lección se refiere a los reclamos de derechos humanos y civiles: éstos no son recibidos como maná del cielo; hay que lucharlos.

Aún en la historia de la Nación, que comienza con el credo de que todos somos creados iguales, con ciertos derechos inalienables, no siempre se le reconocieron todos sus derechos a todos los ciudadanos. Tomó una guerra civil lograr que constitucional y legalmente se reconocieran los derechos de igualdad de los afroamericanos; y luego de ello, se necesitó más de un siglo de lucha para que verdaderamente se les permitiera el pleno derecho “de facto” al igual que “de jure”. De igual forma, hasta casi siglo y medio después de establecida la nación americana, una lucha similar resultó en que los derechos fueron ampliados para incluir a la mitad de la población total: a las mujeres en el 1920.
Todos estos logros, que hoy a veces nos parecen haber existido por siempre, requirieron esfuerzo y luchas centenarias. Si estudiamos la trayectoria de estas luchas, veremos que no hubo un “magic bullet”, una bala mágica que resolviera el asunto. Más bien requirió el desarrollo de una masa crítica – social, política, económica – que obligara a la acción.

Lo mismo se requiere de nosotros hoy – crear una masa crítica o un “tipping point” que obligue a resolver la carencia. Para llegar a esa necesaria masa crítica, debemos abrir nuevas brechas en nuestra lucha. El preclaro Barbosa preveía esto: (y cito)

“Pero esta cuestión es trascendental para las Américas; el día que consiga atraer la atención del Congreso suficientemente para dar lugar a un serio debate, todo el problema colonial americano se plantea y tendrá que ser discutido.”

Hoy tenemos que lograr esa masa crítica que obligue, no sólo la discusión en la que llevamos sobre un siglo, sino la acción, la decisión. Específicamente, nuestra agenda de acción debe incluir:
A Nivel Internacional – la creación de conciencia y el llamado a la acción.

Ante las Naciones Unidas… debemos lograr que se tome el próximo paso por la Asamblea General, estableciendo clara e inequívocamente la condición colonial, revocando la engañosa Resolución 748(VII). De esta manera, se crea presión al gobierno federal para la resolución de este asunto inconcluso. Añadiendo un elemento a la masa crítica necesaria para la acción descolonizadora.
Similarmente, en nuestro foro hemisférico de la Organización de los Estados Americanos, debemos continuar en nuestro empeño por que se declare oficialmente la realidad de la violación de derechos humanos y ciudadanos en el entorno territorial de nuestra Isla. Así, añadimos otro elemento a la necesaria masa crítica para la toma de decisiones finales y democráticas.

En el espíritu de abrir nuevas brechas y añadir peso al reclamo de acción, debemos identificar otros foros internacionales para plantear la discusión y la investigación de la condición colonial y la limitación de derechos existentes. Un foro que merece esta consideración es la Comisión Internacional de Derechos Humanos. Cada uno de nosotros puede contribuir en estas iniciativas identificando nuevos foros, o apoyando las peticiones que estén vigentes.


A nivel nacional… nuestra agenda debe incluir una multiplicad de iniciativas, cada una diseñada para añadir a la decisiva masa crítica. Debemos tener la capacidad para que organizaciones nacionales de defensa de derechos civiles se unan oficial y activamente a nuestra lucha… que nuestra agenda de derechos civiles sea parte de sus agendas.

Recientemente - esta pasada semana - LULAC adoptó esta posición y compromiso de apoyar en todo foro el reclamo de nuestros derechos ciudadanos. De igual forma, debemos lograr que otras organizaciones con poder político y de convencimiento se alíen a nuestra causa, tales como La Raza, de activismo hispano, o la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), que en su reciente centenaria reunión anual postuló ampliar su acción en defensa no sólo de la ciudadanía afroamericana, sino de todo americano que sufre violaciones a sus derechos inalienables.
Otras organizaciones que debemos incluir en nuestra agenda son la National Puerto Rican Coalition y NALEO.

En la Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos, debemos arreciar los esfuerzos para que esta institución, paladín de las luchas de derechos civiles, abra investigaciones en y sobre nuestra Isla, del mismo modo como contribuyeron a crear la conciencia y la necesidad de acción en aquellos períodos críticos de los años ’60 y ’70 del siglo pasado.

El Departamento de Estado federal también deberá recibir de nosotros un planteamiento formal para que evalúe si la actual situación colonial obstaculiza la proyección y el trabajo de política exterior y diplomacia de la Nación. Asimismo, debemos formalizar nuestro caso en otros departamentos federales ejecutivos: el Departamento de Justicia, en su División de Derechos Civiles, deberá ser la próxima apertura para lograr la multifactorial masa crítica.

El Congreso, como mencioné anteriormente, ha sido escenario de múltiples batallas recurrentes y sin éxito. Actualmente se reproduce una película que ya hemos visto en innumerables ocasiones: llueven los candidatos a Puerto Rico previo a un ciclo electoral… asisten a los periódicos “fundraisers” y alimentan su botín de campaña… se ‘comprometen’ (¡entre comillas!) con adelantar, apoyar y resolver el problema colonial… reaccionamos con esperanza a esta nueva oportunidad… logran ser electos aquéllos que nos ilusionan… y entonces recurren al truco centenario: radicación de un proyecto que saben no tendrá éxito legislativo; comunicados de prensa afirmando su apoyo; celebración de vistas a las que, como capítulo novelesco, todos acudimos; votación o no en el Comité; votación o no en una Cámara… y entonces se cierra el telón. “Nos hemos quedado cortos de tiempo,” nos dicen, “Comenzaremos otra vez en el próximo Congreso.”… Y así seguimos dando vuelta a la consabida noria.

Hoy, se escribía el más reciente capítulo de esa novela recurrente. Un proyecto de ley que finalizaría añadido a la larga lista de esperanzados fracasos. La voz de la historia nos hace un poderoso reclamo: tenemos que implantar una nueva estrategia – el Congreso no actuará a menos que se le obligue; no se estimulará a resolver un problema que creen pueden ignorar; no habrá acción a menos que entiendan que no tienen otra opción. Tenemos que lograr esa multidimensional masa crítica que no permitirá más acción dilatoria y que requiera la final resolución de ese asunto inconcluso de la nación americana.
En la Presidencia… tenemos que efectuar lo que podríamos denominar “la educación puertorriqueña de Barack Obama.” Ya he expresado mi esperanza y convencimiento que en la persona y el historial de este Presidente existe la mejor oportunidad de comprensión y compromiso con nuestra causa. Es entendible que una persona con inmensa capacidad intelectual y amplio conocimiento global, no esté al tanto de todos los detalles de una compleja relación de más de un siglo de existencia. Aquí, cada uno de nosotros puede, con su esfuerzo individual y en grupo, aportar a esta educación de la Presidencia. Y así tendemos otro puente hacia la masa crítica que buscamos para obligar la acción.

Hace escasamente una semana, el presidente Obama, en una alocución ante la centésima Convención Anual del NAACP, al evaluar la trayectoria, la lucha, los éxitos y la agenda inconclusa de los derechos civiles, amplió su mensaje de reclamo de igualdad más allá de la comunidad negra. Exhortó a ese pilar de más de 100 años de batalla a declarar una misión para su segundo siglo con un mandato extendido, no sólo dirigido a los afroamericanos, sino a todos los americanos que aún viven limitaciones y violaciones a sus derechos. Obama nos indicó que:

“…what is required to overcome today’s barriers is the same as what was needed then: the same commitment; the same sense of urgency.”

[“… lo que se requiere para sobrellevar las barreras de hoy es lo mismo que se necesitó antes: el mismo compromiso; el mismo sentido de urgencia.”]

Sí, mis amigos, compromiso y urgencia.
En la arena de los tribunales, la pelea está casada. Es obvio que mientras exista una doctrina judicial que valide la potestad de discriminar contra nuestra ciudadanía, todo esfuerzo de hacer valer derechos individuales está abocado al fracaso… como lo demuestran todos los casos resueltos por los tribunales hasta el presente.

Hay que plantear una nueva estrategia: tenemos que retar la validez y la continua vigencia de la doctrina en sí. Sólo de esta manera las decisiones sobre situaciones particulares de nuestros derechos podrán prosperar.

Ese esfuerzo hoy ya se está gestando. Un grupo de abogados puertorriqueños, de manera voluntaria y sin remuneración, han trabajado la investigación y los mecanismos para retar los casos insulares.
Pero necesitamos la ayuda de todos. Debemos identificar demandantes dispuestos a acompañarnos en esta trayectoria. No requiere inversión de fondos. Lo que se requiere es unas características específicas: deben haber votado en las elecciones presidenciales del 2008, en cualquier estado, y subsiguientemente haberse mudado con la intención de residir en la Isla. Como característica adicional, no deben haberse registrado para votar en Puerto Rico.

Les pido encarecidamente que ayuden a identificar estos demandantes potenciales, y yo los referiré al grupo legal a cargo de este esfuerzo. La recompensa: si el reto a los casos insulares es exitoso… ¡inmediatamente termina la era territorial y colonial!

Por último, ¿cuál es nuestra responsabilidad local? Este gobierno… estadista en sus tres ramas… debe tomar acción agresiva para cumplir el compromiso que hizo con nuestro pueblo. No puede ser una promesa incumplida más. Se tiene la autorización electoral… no se debe esperar más.
Y el Partido Nuevo Progresista, que se comprometió mediante resolución de su Asamblea de Delegados a tomar la ruta del Plan Tennesse, ya debe actuar. El pueblo estadista está en espera de su cumplimiento… pero no esperará para siempre… ¡Llegó la hora!

Finalmente, está el rol del ciudadano. Es imprescindible el empoderamiento del ciudadano para que sea capaz de tomar el destino en sus manos, hacer oír su voz y, sobre todo, tomar acción. Sobre esto, en una publicación en el periódico “El País”, el 31 de octubre de 1896, como si estuviera respondiendo hoy a una entrevista en uno de nuestros rotativos actuales, Barbosa aconseja a su pueblo. Primero, describe la situación imperante (que aplica claramente a la de hoy):

“Entre los males que siempre han pesado sobre las colonias… ver de qué manera se premian en la colonia el servilismo, la hipocresía, la deslealtad, y se persigue y hostiga al que tiene el valor de hacer manifestaciones francas de sus opiniones, lucha por sus ideales, censura lo que es digno de censura, no adula el poder y fustiga a los endiosados y desprecia a los caciques.”

Más adelante nos señala a los que pretenden mantener la colonia… o como les llama él, “los hombres que la entienden”… o como tal vez hoy nos podemos referir a los del Triunvirato del Terror:
“… esos son los bienaventurados de las colonias; de ésos se rodea el gobierno; en ellos tiene confianza… pero los otros, aquéllos que protestan el yugo, que no usan careta, son los sospechosos, los hijos proscritos, los futuros traidores a los que hay que vigilar, enrejar y exterminar por todos los medios posibles. Son un obstáculo para la vida tranquila y una amenaza externa para la paz que deben disfrutar los monopolizadores de las colonias.”

El llamado barbosiano es ése: a ser obstáculo a los perpetuadores de la colonia. ¿Cómo? Cito nuevamente al prócer:

“Es necesario definirse… sin tapujos, sin hipocresías; que sepamos cómo opina, cómo piensa cada uno de nuestros paisanos; que cada partido político pueda saber a qué atenerse… ¿No encajan dentro de uno u otro partido sus ideales?, pues a cumplir con su deber dándose un nombre, entrando en unas luchas con la visera levantada, contribuyendo con sus energías, con sus aptitudes al bien de su pueblo, pero no permaneciendo agachados, inactivos, criticándolo todo…”

En esencia, es el llamado al empoderamiento. Vamos a convertirnos, cada uno, en ese ciudadano empoderado que Barbosa visionó. Esto requiere de nosotros trabajo… Pero recordemos que la Patria no se hace hablando… ¡La Patria se hace trabajando!

Concluyo así este informe a Barbosa… esta situación del Estado del Ideal… exhortando a su pueblo estadista, a sus hermanos en el ideario, y a todo puertorriqueño de buena fe, a hacer cada uno nuestra parte, así como Barbosa se dedicó a hacer la suya… a lo mejor como nos indicó él, cada cual por distintos caminos, pero todos dirigidos a un mismo destino… a lograr el cumplimiento pleno de la promesa que entró a nuestra Isla por las playas de Guánica hace 111 años ayer, 25 de julio.
Ha sido una larga trayectoria… Hemos logrado avances parciales…

Vemos claramente la ruta que nos resta… el asunto inconcluso de la democracia americana, y de la meta global de la descolonización del mundo. Aceptamos las responsabilidades que nos corresponden en nuestro tiempo y lugar contemporáneo, como sucesores y herederos de Barbosa, y del pensamiento y aspiración global de los pueblos democráticos y liberales.

Como si nos estuviera hablando hoy y aquí a todos nosotros, en un ayer nos aleccionó Barbosa:

“… los hombres nada significan y sí mucho la idea fundamental que ellos representan. Unos hombres son sustituidos por otros hombres. La idea fundamental no cambia. La hora en que hayamos de continuar nuestra obra está cada vez más próxima, y ésta señalará un período de avance para las verdaderas libertades puertorriqueñas.”

Mis hermanas y hermanos puertorriqueños: Llegó la hora.

Ésa es mi esperanza, y más, mi convicción que será esta generación de puertorriqueños que verá el ideario de Barbosa hecho realidad.


¡Adelante… Se Puede!

martes, julio 28, 2009

‘Indigna la ciudadanía de segunda clase’

‘Indigna la ciudadanía de segunda clase’

Fortuño defiende la estadidad en el homenaje a Barbosa

El Instituto de Cultura Puertorriqueña cedió al Municipio de Bayamón la administración del Museo Casa Barbosa, donde nació el prócer estadista José Celso Barbosa.

Por Alba Y. Muñiz Gracia y Frances Rosario / el nuevo dia

Con motivo del 152 natalicio del prócer estadista José Celso Barbosa, el gobernador Luis Fortuño rompió el silencio sobre la ofensiva del Partido Popular Democrático (PPD) contra la anexión de la Isla a Estados Unidos.

En su mensaje en los actos oficiales de ayer en Bayamón, el Primer Ejecutivo hizo hincapié en que la ciudadanía americana y la conversión de Puerto Rico en el estado 51 no van reñidas con la identidad puertorriqueña.

“En estos momentos en que Puerto Rico se encuentra en el umbral de decidir nuestro status político, hay quienes aprovechan el orgullo que todos sentimos por lo nuestro para tratar de definir la puertorriqueñidad como algo opuesto a nuestra ciudadanía americana... Sostienen que para mantener nuestra puertorriqueñidad debemos someternos a la indignidad de tener una ciudadanía de segunda clase”, puntualizó Fortuño frente a la antigua casa de madera donde nació el fundador del Partido Republicano de Puerto Rico.

Las expresiones del Mandatario parecen responder a las interrogantes lanzadas por miembros de la Pava sobre las consecuencias que tendría para la Isla convertirse en estado. Éstas incluyen la eliminación del Comité Olímpico, la implantación del inglés como idioma oficial y de enseñanza y el pago de contribuciones estatales y federales, según los populares.

La celebración oficial consistió en el traspaso de la casa donde nació y creció Barbosa al Municipio de Bayamón.

Con el traspaso, el Municipio tendrá la responsabilidad de administrar y darle mantenimiento a la residencia por los próximos 20 años, aunque la titularidad permanece en manos del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP).

Antes de acudir a las efemérides en honor a Barbosa, el Gobernador; el comisionado residente Pedro Pierluisi, y miembros del gabinete colocaron varias ofrendas florales en la tumba de la familia Barbosa, en el cementerio María Magdalena de Pazzis, en San Juan.

El evento incluyó unas breves palabras del secretario de Estado, Kenneth McClintock, y la lectura de la proclama de la semana y día en honor a Barbosa. No asistieron familiares del llamado padre del movimiento estadista y se informó que su nieta Carmen Barbosa se encuentra enferma.

Tras la actividad, McClintock señaló que los estadistas deben educarse para prepararse para el proceso que él espera que el Congreso de Estados Unidos viabilice para resolver el dilema de status a través del proyecto HR 2499.

“Las estrellas se están alineando y tenemos que estar todos los estadistas en Puerto Rico preparados para cada cuál hacer los que le corresponda hacer para seguir adelantando este proceso”, afirmó.

No obstante, la portavoz del Movimiento Pro-estadidad Digna, Lourdes Espinet, sostuvo que es necesario que el Partido Nuevo Progresista (PNP) emprenda el proceso educativo sobre los beneficios de la estadidad.

“Eso es un trabajo que tiene que hacer el PNP, educar a los estadistas sobre lo que es la estadidad. No ponernos a hacer fanáticos, sino a educar. Que eso es el problema más grande que ha tenido el PNP”, apuntó la mujer.

Es cuestión de dignidad


Es cuestión de dignidad

Por LUIS FORTUÑO
Gobernador de Puerto Rico


Los puertorriqueños valoramos nuestra identidad como pueblo. Algunos aprovechan el orgullo que sentimos por lo nuestro para tratar de definir la puertorriqueñidad como algo opuesto a nuestra ciudadanía americana. Pretenden convencernos de que lo que nos distingue como pueblo también nos separa de la nación de la que somos ciudadanos.

Unos dicen que sólo podemos tener una patria e insisten en que debemos escoger entre ser americanos o puertorriqueños. Otros sostienen que, aunque podemos ser ciudadanos americanos, para preservar nuestra puertorriqueñidad debemos someternos a la indignidad de tener una ciudadanía de segunda clase.

Yo les digo que la ciudadanía americana no está en conflicto con nuestra puertorriqueñidad y que podemos seguir siendo puertorriqueños al tiempo que disfrutamos de todos los derechos de nuestra ciudadanía en la estadidad.

José Celso Barbosa, cuyo natalicio celebramos hoy, entendía esto muy bien. Cuando a principios del siglo 20 Barbosa propulsaba la “americanización” de Puerto Rico, no se refería a la asimilación cultural sino a la adopción de las instituciones americanas de gobierno. Gracias a la americanización que Barbosa propulsó, se conocieron por primera vez en Puerto Rico las libertades de prensa, asociación y culto religioso, la educación pública, el derecho a reunirse, el juicio por jurado, el habeas corpus, y el sufragio universal —derechos y libertades que hoy no sólo damos por sentado sino que nos caracterizan como pueblo.

Para Barbosa, la adopción de las instituciones y principios constitucionales de los Estados Unidos significaba democracia y libertad para Puerto Rico. Por eso Barbosa decía “[n]o sólo es patria la tierra donde se nace. Nuestras libertades y derechos son patria también.”

Por su estructura federal, en Estados Unidos no hay conflicto entre la patria en que nacemos—sea Puerto Rico o Texas—y la patria de la que somos ciudadanos, los Estados Unidos. Así describía Barbosa las ventajas del sistema federal de gobierno en su artículo de El Tiempo del 30 de enero de 1907: “el ciudadano americano puede obedecer sin conflicto las leyes de la ciudad donde vive, del estado a que pertenece la ciudad y de la Nación; ciudad, estado y Nación tienen señalados los límites de su acción, que asegura la independencia del gobierno local en todo lo que a la vida local corresponde, y aseguran la unidad nacional en todo lo que interesa para el bien de la patria común.”

Y más abajo continuó escribiendo: “La fórmula constitucional adoptada ha sido maravillosa en sus resultados;... A ella se debe que el sentimiento regional nunca esté en conflicto con el sentimiento nacional.”

La ciudadanía americana no está en conflicto con nuestra puertorriqueñidad porque nuestra lealtad a Estados Unidos y el amor por Puerto Rico pertenecen a dos ámbitos distintos pero igualmente importantes de nuestra identidad como pueblo. Por eso Barbosa podía ser puertorriqueño de corazón y americano por convicción.

Don Luis Ferré pensaba de igual forma. Decía: “Nación es un concepto de identificación política, social y humana. Patria es una adhesión del corazón al lugar en que se nace. Nuestra Nación, Estados Unidos. Nuestra Patria, Puerto Rico.”

No hay que ser estadista para pensar como Barbosa y Ferré. Luis Muñoz Marín tampoco encontraba conflicto entre su ciudadanía americana y ser puertorriqueño.

Muñoz entendía que para ser campeón de las causas puertorriqueñas no había que denigrar ni repudiar la ciudadanía americana que su padre, Luis Muñoz Rivera, ayudó a conseguir.

Por eso, ante el Congreso, Muñoz definió el nuevo cuerpo político que quedó constituido en 1952 como “una comunidad de ciudadanos americanos”. Su concepto de los puertorriqueños como ciudadanos americanos llegaba más lejos. En el discurso que pronunció al cierre de la Convención Constituyente se expresó así: “Yo no concibo cómo se puede ser aquí pro americano. …Yo lo que concibo aquí es que nosotros somos americanos, no pro americanos.”

Ese concepto de los puertorriqueños como americanos estaba acompañado de una visión multicultural de nuestro ser individual y colectivo. Decía Muñoz que “nuestra alma no es meramente huésped de dos culturas, de las maneras de entender, de intuir y de hacer las cosas. El alma puertorriqueña hace su contribución creadora a ambas.”

Ya entendemos por qué Muñoz aceptó la enmienda para que en el Preámbulo de la Constitución después de la expresión “que consideramos factores determinantes en nuestra vida la ciudadanía de los Estados Unidos de América” se añadiera “y la aspiración a continuamente enriquecer nuestro acervo democrático en el disfrute individual y colectivo de sus derechos y prerrogativas.”

Si, como hemos visto, la ciudadanía americana no está en conflicto con nuestra puertorriqueñidad ¿cómo entonces la puertorriqueñidad pudiera ser incompatible con el pleno disfrute de los derechos de nuestra ciudadanía?

La puertorriqueñidad puede tener plena expresión con cualquiera de las opciones de status. Quien no lo entienda así tal pareciera que no conoce verdaderamente el alma puertorriqueña.

No hay riesgo de perder nuestra identidad si mayoritariamente los puertorriqueños escogiéramos la estadidad. Pero nuestra dignidad sí está en riesgo mientras no decidamos finalmente nuestro status político. Lo que es indigno es ser ciudadanos de una nación sin tener los mismos derechos que otros conciudadanos…como también es indigno proclamar un proyecto nacional siendo colectivamente ciudadanos de otra nación.

Por eso, decidir el status no es cuestión de identidad; es cuestión de dignidad. Y para salvaguardar nuestra dignidad como pueblo es preciso tomar una decisión sobre nuestro status ahora. El H.R. 2499, aprobado por la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara, nos daría la oportunidad de tomar esa decisión y terminar de una vez con la indignidad del status colonial.

lunes, julio 27, 2009

Celabración del Dia de Barbosa con Pedro Rosselló



Modesta celebración de Barbosa

Conmemoran el natalicio de José Celso Barbosa


Conmemoran el natalicio de José Celso Barbosa

Por AP

SAN JUAN - Lejos de las actividades proselitistas de otros años, el gobierno celebró el lunes el natalicio 152 del médico José Celso Barbosa en una actividad oficial en la que el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) firmó un acuerdo para que el Municipio de Bayamón administre y mantenga el museo que ubica en la casa donde nació el llamado “padre de la estadidad”.

Sin embargo, el discurso político no estuvo ausente, ya que el gobernador Luis Fortuño intento establecer durante su mensaje que la identidad puertorriqueña no estaría en juego bajo una posible anexión a Estados Unidos.

“Se puede ser al mismo tiempo americano que puertorriqueño. La ciudadanía americana no está en conflicto con nuestra puertorriqueñidad”, dijo el mandatario durante su alocución frente a la casa natal de Barbosa.

“El patriotismo no es nacionalismo, aquí somos todos patriotas y Barbosa era un gran patriota”, añadió.

Fortuño incluso mencionó que cuando el fundador del estadolibrismo, Luis Muñoz Marín, acudió en 1952 al Congreso estadounidense como parte del proceso para establecer la Constitución del Estado Libre Asociado, se refirió a Puerto Rico como una “comunidad de ciudadanos americanos”.

Previo a la firma del acuerdo entre el ICP y el Municipio de Bayamón, Fortuño participó en la colocación de una ofrenda floral en la tumba de Barbosa en el cementerio Santa María Magdalena de Pazzis en el Viejo San Juan.

domingo, julio 26, 2009

Reclamemos el lugar que le corresponde a Barbosa


Reclamemos el lugar que le corresponde a Barbosa
Por: Ismael Castro Negrón
Para Perspectiva Estadista

Si algo debe usted hacer al leer este reclamo, es hacer de usted el mismo, como propio. Si en efecto entiende que el Dr. José Celso Barbosa y Alcalá fue un gigante como sin duda lo fue, por ser el precursor y líder Puertorriqueño, que en tiempos de España busco el bienestar de su pueblo y continúo al asomo del cambio de soberanía en 1898, con la misma causa y predica de la Estadidad para Puerto Rico.

Lo mismo ocurrío y resulto con Muñoz Rivera, con otro enfoque, pero por el mismo camino de buscar y solicitar la estadidad. Esos son dos hechos históricos que se quieren ignorar y que se intentan borrar de la mente del pueblo. Situación que se continúa debatiendo entre los actuales autonomistas que realmente son hipócritas separatistas y que por razones diversas y egoísmos contemporáneos han perdido todo norte en lo que a resultado ser el ELA.

Barbosa y no ningún predecesor es el dirigente por excelencia, integro honesto y estadista que por sus características únicas, les recuerda intención,acción sin distinciones y lucha de clases. El movimiento Estadista aun con los grandes adelantos científicos, grandes cambios materiales y toda la gama de facilidades, no seria nada sin los conceptos que plasmo la Revolución Americana y su andamiaje de ideas de libertad, claramente expuestas y respaldadas por Barbosa.

Es incorrecto el enfoque del Partido Nuevo Progresista y asumir una actitud elusiva de rechazo y tristemente errónea al no promover sus predicas y solidificar su obra, dándola a conocer. La pregunta obligada es, ¿Porque no?

Ese distanciamiento por conveniencia solo facilita ignorancia y atajos para mantener el ELA o presentarnos la excusa de la Republica Asociada. El PNP que se tiro a la calle en la consulta del 1967, ahora baila como unTrompo dando vueltas y perdido por haber adoptado doctrinas y filosofía política ajenas al objetivo de la estadidad.

Barbosa, al regresar como medico de profesión pionero que se forjo, fue discriminado por negro, por los oficiales locales del establecimiento Español, estaba siempre con el pueblo y como medico que se formo en Estados Unidos fue discriminado doblemente. Se le olvida a los llamados dirigentes del PNP, en su adormecida amnesia momentánea mucho de esos atributos como padre del movimiento Estadista.

El conformismo y la actitud de complacencia fue lo que preocupo al Dr. Barbosa. El jolgorio banal de campañas sin sentido ideológico y sin un destino dentro de la estructura constitucional Americana es suficiente para ganar elecciones y ser administradores del gobierno. Lo que nos convierte en meros espectadores y conformistas populares con el único interés de prolongar al infinito la dependencia territorial que es el ELA.

En lo referente al prócer Barbosa y a los que somos estadistas, no senos respetan los argumentos con la fuerza de razón. Se ha intentado ignorar lo que señalamos con indiferencia e hipocresía. La identificación plena y nacional americana que otorgamos a Barbosa esa nuestra intención. Esa no es la intención del PNP.

Hay que quitarse el sombrero ante un Ciudadano de la Raza negra, antecesor de todos los de movimientos de reforma y aceptación mas recientemente en los Estados Unidos, que al amparo de la verdad han echo lo mismo que Barbosa, por los derechos civiles. Reconocer ese hecho es hacer y poner esa pagina justa en la Historia Nacional.Observe como ejemplo cada uno de ustedes, que cuando se fundo y se estableció el Partido, los funcionarios de Colegio eran y se identificaban, como funcionarios estadistas. Ahora son seguidores de combos y personajes, ninguno de los que he encuestado se dice Estadista.

El PNP tiene un gran problema y consiste en que no hay forma de falsificar la Historia y no hay forma de que quienes les repugna el hecho puedan adulterar la verdad. Consideramos al Dr. Celso Barbosa y Alcalá, el padre de la Estadidad y no lo han querido reconocer y se ignora precisamente para que las nuevas generaciones lo olviden y salir de su legado de ideas.

RECLAMEMOS lo que le corresponde al Dr. José Celso Barbosa y Alcalá en la Lucha por la estadidad.

sábado, julio 25, 2009

Celebración del Dia de Barbosa



Celebración del Dia de Barbosa, mañana Domingo 26 de julio de 2009 con el ex Gobernador Pedro Rosselló Gonzalez, en el Centro de Convenciones

jueves, julio 23, 2009

For the records

Resources Committee

Hon. Nick J. Rahall

Chairman

House of Representatives

Wash. D.C. 20500

Dear Mr. Chairman and all members of the Committee:

Please include this statement for the records of the hearing on H.R.2499 – The Puerto Rico Democracy Act, June 24th, 2009.

As a loyal American Citizen, residing in Puerto Rico I am writing to your Resources Committee because HR 2499 does not represent me or many of us even if it has been presented by Puerto Rico’s Resident Commissioner. The bill includes options that are detrimental to the well being of those of us who live on the Island and its surrounding Islets.

Any bill that split the cultural ethnic group known as Puerto Ricans between those that live on the Island and those that live in one of the fifty States, is not protecting the civil rights of the group nor respecting the will of the people. There are at least 4, 120, 000 Puerto Ricans living in the States while only 3, 800, 000 live on the Archipelago called Puerto Rico.

Since for the last four decades the people of Puerto Rico have voted in free elections with parties that cherish American Citizenship and have repeatedly rejected all choices of Independence and Separation by 95% or more, it is absurd to include it in any bill written for “self determination” that makes independence one of the choices.

Furthermore, there is no resident of Puerto Rico that does not have a close relative in the States. Personally my grand children and my step daughter live in Florida and New Jersey respectively therefore, independence would split my family as it would divide hundreds of families unless Statehood is adopted by all. Independence is conceivable but it is contrary to all humane and possible democratic judgments.

In conclusion, I believe that only statehood should be included in any Political Status seeking for self determination. After 111 years of a colonial and inferior political status, it is time to grant statehood as well as for Congress to discharge the responsibility bestowed upon it by the Treaty of Paris of 1898 and accepted by the USA.

Sincerely,

José C. Barbosa, Ph. D.

Korean Veteran, 1951 to 1953 as a member of the 40th Division and 538th C Eng. while on active duty and then 20 years of Army reserve and National Guard.

miércoles, julio 22, 2009

Comité congresional aprueba proyecto de status

Comité congresional aprueba proyecto de status

Rechaza la enmienda del inglés como idioma oficial bajo la estadidad

Por José A. Delgado /el nuevo dia

WASHINGTON – El Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes federal aprobó hoy (30-8) el proyecto de ley 2499 que persigue un proceso en torno al futuro político de Puerto Rico.

Momentos antes, la mayoría de los miembros desechó (24-13) una enmienda que hubiese exigido el inglés como idioma oficial de un Puerto Rico estado 51.

Previamente, los miembros de la comisión rehusaron, a viva voz, otra enmienda que hubiese requerido una supermayoría (dos tercios de los votos) a favor de un cambio en las relaciones entre Washington y Puerto Rico antes de que el Congreso pudiera considerar el segundo referéndum – entre alternativas de status – que propone el proyecto 2499.

La Comisión de Recursos Naturales, sin embargo, le dio visto bueno a enmiendas que exigen que las papeletas electorales de las consultas sean impresas en inglés y que el costo de todo el proceso sea financiado por el Gobierno local.

El comisionado residente en Washington, Pedro Pierluisi, se mostró complacido con la votación de hoy y confío en que la aprobación del proyecto resuene ahora en el liderazgo demócrata de la Cámara de Representantes.

Con el apoyo de 110 demócratas y 51 republicanos, Pierluisi promueve un proceso de dos consultas encaminado a terminar con el actual status de Estado Libre Asociado (ELA).

Como primer paso, la medida sugiere un referéndum “status actual sí o no”, que sería seguido, si los electores apoyan su intención de cambio, por un plebiscito entre la estadidad, la independencia y la “asociación soberana”.

En la audiencia, algunos republicanos, como Paul Broun (Georgia), cuestionaron la imparcialidad de un proceso que inicialmente busca eliminar el actual status como opción.

Mientras, el republicano Jason Chaffetz (Utah) intentó sin éxito que para proceder a un segundo referéndum se requiera que por lo menos dos tercios de los electores de Puerto Rico voten a favor de un cambio en las relaciones entre Washington y San Juan. “Esto debe ser como un matrimonio. Hemos estado saliendo por un tiempo, pero no creo en matrimonios de 50% más uno”, dijo Chaffetz, quien está en su primer término como congresista y participó, por vez primera, en los debates en torno al status político de la Isla.

Pierluisi, al terminar la audiencia, se mostró confiado de que esta vez los estadistas puedan superar la exigencia que ha hecho la presidenta de la Cámara baja federal, Nancy Pelosi, de no llevar al hemiciclo un proyecto que no represente un consenso de los sectores políticos en Puerto Rico.

Ni el Partido Popular Democrático ni el Partido Independentista Puertorriqueño respaldan el proyecto 2499.

El presidente del PPD, Héctor Ferrer, por su parte, insistió en que no cree que la legislación llegue a ser aprobada por el Congreso. Pero, se mostró satisfecho de que varios legisladores hayan comenzado a hablar de las consecuencias de la estadidad, como por ejemplo en lo referente al idioma.

A su juicio, además, le parece significativo que dos congresistas – Paul Broun (Georgia) y Cynthia Lummis (Wyoming) -, le hayan planteado a Pierluisi por qué no optar por un referéndum “estadidad sí o no”.

Para Ferrer, le ha llegado el momento al Partido Nuevo Progresista (PNP) de enfrentarse al debate sobre las consecuencias de la estadidad. “Hay una preocupación grande en el Congreso en torno a la estadidad”, dijo Ferrer.

martes, julio 21, 2009

The Great Obama Experiment With America

lunes, julio 20, 2009

José Celso Barbosa

José Celso Barbosa

From Wikipedia, the free encyclopedia


José Celso Barbosa

Dr. José Celso Barbosa


Member of the Executive Cabinet
In office
1900 – 1917

Member of the Senate
In office
1917 – 1921

Born 27 July 1857(1857-07-27)
Bayamón, Puerto Rico
Died 21 September 1921
San Juan, Puerto Rico
Nationality Puerto Rican
Political party Puerto Rican Republican Party
Spouse Belén Sánchez
Children Twelve (12)
Alma mater Medical School of the University of Michigan
Profession Medical physician, sociologist, and political leader of Puerto Rico

House where Dr. Barbosa was born

Dr. José Celso Barbosa (July 27, 1857September 21, 1921) was a medical Physician, sociologist, and political leader of Puerto Rico. Known as "The father of the Statehood for Puerto Rico movement", Barbosa was also the first Puerto Rican with an American (United States) medical degree.


Early years

He was born in the city of Bayamón, Puerto Rico. Barbosa received both his primary and secondary education in Puerto Rico. He was also the first racially-mixed resident to attend Puerto Rico's prestigious Jesuit Seminary. After graduating from the Seminary, Barbosa tutored private students to save money to attend college. In 1875, he moved to New York to attend prep school where he learned English in a year.[1]

His goal in life was to become a lawyer, but after a bout with pneumonia in NYC, his doctor recommended he study medicine rather than law. In 1877, he was admitted to the medical school of the University of Michigan. Barbosa graduated Valedictorian of the class of 1880. He returned to the island where he set up his practice in his native hometown.[2]

First Puerto Rican with an American medical degree

However, the Spanish government did not recognize Barbosa's medical degree as it was not from one of the European universities. It took the intervention of the American consul to the island for Barbosa's degree to be recognized. Barbosa was the first person in the entire island with an American medical degree. Barbosa practiced medicine all over the island, and introduced the novel idea of employers paying a fee for the future health care needs of their employees (a very early health insurance system). In 1893, Barbosa founded the first Puerto Rican cooperative and named it "El Ahorro Colectivo".[1]

Political career

Barbosa was a member of the Autonomous Party led by Román Baldorioty de Castro but left the party because of ideological differences.

In 1898, when the United States bombarded and blockaded San Juan during the Spanish American War Barbosa together with other doctors who lived in Bayamon, traveled to the town of Cataño and boarded a ferry headed towards San Juan. Barbosa, as member of the Red Cross, went to the aid of the wounded Puerto Rican and Spanish soldiers. The ferry trip which crossed the Bay was dangerous since they came close to being hit by cannon fire. Barbosa and those with him were recommended by the Spanish government to be decorated with the Cruz de la Orden del Mérito Naval (The Naval Cross of the Order of Merit) for their bravery.[3]

On July 4, 1899, Barbosa formed the pro-statehood Puerto Rican Republican Party as an aftermath of the Spanish-American War in which Puerto Rico became a territory of the United States. He became known as the father of the "Statehood for Puerto Rico" movement.[4]

Later years


Bust of Dr. Barbosa

On June 5, 1900, President William McKinley named Barbosa, together with Rosendo Matienzo Cintrón, José de Diego, Manuel Camuñas and Andrés Crosas to an Executive Cabinet under U.S. appointed Governor Charles H. Allen. The Executive Cabinet also included six American members.[5] Barbosa served in Executive Cabinet until 1917 and as a member of the Puerto Rican Senate from 1917 to 1921. In 1907, he established the newspaper "El Tiempo", the first bilingual newspaper on the island. José Celso Barbosa died in San Juan on September 21, 1921. He was laid to rest in Santa Maria Magdalena de Pazzis Cemetery in Old San Juan. His daughter Pilar Barbosa would one day become a renowned historian and a political activist who would carry on her father's work.[6]

Recognition


Dr. Jose Celso Barbosa
Post Office Building Designation Act

In honour of Barbosa's accomplishments, Puerto Rico has declared his birthday, July 27, an official holiday. Barbosa's house in Bayamón has been converted into a museum in which many of his awards, certificates, books and other artifacts of interest are exhibited.[7] On July 20, 2006 the House of Representatives approved the Dr. Jose Celso Barbosa Post Office Building Designation Act to designate the facility of the United States Postal Service located at 100 Avenida RL Rodriguez in Bayamon, Puerto Rico, as the Dr. Jose Celso Barbosa Post Office Building. On August 1, 2006, the President of the United States, George W. Bush signed the bill. It's now Public Law 109-253.[8]

viernes, julio 17, 2009

Puerto Rico y su status colonial


Puerto Rico y su status colonial

Por Dr. Pedro Rosselló Catedrático

En el 1988, por medio de la Resolución 43/47, la Asamblea General declaró los últimos 10 años del siglo XX como la ‘Década Internacional de la Eliminación del Colonialismo’. Al 2002, sin embargo, la ONU todavía tenía en su lista 16 territorios no autónomos (nueve en el océano Atlántico y el Caribe; cinco en los océanos Indico y Pacífico; uno en Africa y uno en Europa).

Estados Unidos es el administrador colonial de tres de esos territorios (Samoa Americana, Guam y las Islas Vírgenes americanas). En Puerto Rico, se percibía a finales de los 1980 un mayor consenso en cuanto a considerar como colonial el status político de la Isla –o que, cuanto menos, era inconsistente con la definición de un gobierno auténticamente autónomo aceptada internacionalmente.

En el 1989, y luego en el 1999, comparecí ante el ‘Comité Especial de los 24’ para argumentar que Puerto Rico debía ser restituido a la lista de la ONU de territorios no autónomos y que se le debía impartir instrucciones a Estados Unidos para que comenzara nuevamente a rendir informes periódicos sobre Puerto Rico al Secretario General, tal y como está obligado a hacerlo para Samoa Americana, Guam y las Islas Vírgenes americanas.

Ese viaje de 1999, resultó tan infructuoso como el sinnúmero de otros peregrinajes de otras almas sinceras que han viajado hasta la ONU desde 1953 para denunciar la situación política de Puerto Rico. No sucedió nada.

Mientras se desarrollaban estos acontecimientos, el licenciado Nelson D. Hermilla, de Washington, D.C., publicaba el artículo ‘Puerto Rico 1898-1998: The Institutionalization of Second Class Citizenship?’ (Puerto Rico 1898-1998: ¿La institucionalización de la ciudadanía de segunda categoría?), donde afirmaba que: “El abogar creativamente por el reclamo de que la relación entre Estados Unidos y Puerto Rico es de cualquier otra naturaleza menos colonial es un ejercicio de negación que pospone para todos los concernientes la necesidad de confrontar el asunto.”

Y así, mientras bajaba el telón para el siglo XX, los residentes de Puerto Rico concordaban en términos generales con la comunidad internacional en que, luego de más de 100 años como “propiedad” de los EE.UU., todavía no se había resuelto satisfactoriamente el dilema del status de Puerto Rico.

Tal y como indicó Trías-Monge: “La persistente realidad es que existe un consenso general, aún entre los líderes de los tres partidos políticos de la Isla, de que Puerto Rico es todavía una colonia de Estados Unidos, con su gobierno reclamando y ejerciendo total soberanía sobre Puerto Rico, legislando y actuando por la Isla sin su consentimiento, cuestionando la existencia de un verdadero acuerdo y su contenido, e ignorando consistentemente los resultados de plebiscitos”.

Menos técnico, pero no menos fuerte en su condena del colonialismo abierto –es el reciente veredicto de los economistas Alexander Odishelidze y Arthur Laffer en su libro ‘Pay to the Order of Puerto Rico’: “Puerto Rico no es una nación ni un estado.

Ocupa un espacio en las penumbras, una especie de limbo donde todo y cada aspecto de sus asuntos, desde hacer cumplir la ley, la banca, la ciudadanía, los requisitos para programas federales y los impuestos se manejan de una manera peculiar a la Isla y su historia. El mantener a africanos americanos como esclavos en un momento se denominó como ‘una institución peculiar’. Hoy, esa institución peculiar es un reino intermedio llamado el territorio del ‘Estado Libre Asociado’, y en ese reino, tal opereta de Gilbert y Sullivan, ‘nada es lo que aparenta’.”

Al comenzar el siglo XXI, el ‘Tío Sam’ se encontraba cómodamente acostumbrado a descartar las ramificaciones internacionales de su inacción en cuanto a Puerto Rico. La prestidigitación legislativa de la Asamblea General de la ONU, que en 1953 removió a Puerto Rico de la lista de colonias del mundo, sobrevivió por medio siglo sin tener repercusiones significativas sobre Washington; y las Naciones Unidas –a pesar de sus prodigiosos arranques de cólera- se han limitado a lanzar hacia Washington nada más que retórica.

Mientras, la lista de colonias certificadas del mundo seguía reduciéndose, a la vez que la colonia más antigua y poblada del planeta Tierra ¡seguía omitiéndose por completo de esa lista!

Pero no todo era desolador; se veían destellos de luz al final del túnel. El ‘Tío Sam’ pronto se vio ante la “hoguera de la descolonización” en la propia sede de su gobierno. El 29 de diciembre de 2003, luego de estudiar el asunto por toda una década, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) –con sede en Washington, D.C.– amonestó diplomáticamente a los EE.UU. por circunscribir el derecho al voto de los ciudadanos estadounidenses residentes de la Capital de la Nación (la OEA tiene 34 países miembros, en dos continentes y el Caribe).

En su meticulosamente detallado Informe Núm. 98/03, referente al Caso 11.204, la CIDH estuvo de acuerdo con el ‘Statehood Solidarity Committee’ (Comité de Solidaridad Estadista) del Distrito de Columbia en que “Estados Unidos era responsable de la violación de los artículos II (derecho a la igualdad ante la ley) y XX (derecho al voto y a participar en el gobierno) de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en relación con la imposibilidad de que los ciudadanos del Distrito de Columbia votaran y eligieran a miembros del Congreso de Estados Unidos”.

La Comisión promulgó una sola e inequívoca recomendación a los Estados Unidos de América: “Otorgar a los peticionarios una reparación efectiva, que incluya la adopción de las medidas legislativas y de otra índole necesarias para garantizar a los peticionarios el derecho efectivo a participar en su parlamento nacional, directamente o a través de representantes libremente elegidos y en condiciones de igualdad”.

A pesar de haber logrado el voto presidencial en 1961 [Capítulo II], los ciudadanos americanos de Washington, D.C. quedan tan desprovistos del voto como los territorios cuando se trata de su influencia en el Congreso: al Distrito de Columbia se le otorga un solo “delegado” sin voto en la Cámara de Representantes de EE.UU. y ni siquiera una voz sin voto en el Senado.

De esta manera, se testimonia que los vecinos hemisféricos del ‘Tío Sam’ lo han amonestado por haber “trasquilado” a una comunidad de sus propios ciudadanos en cuanto al aspecto más fundamental del autogobierno. A la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se le acredita ciertamente por haber dado a conocer internacionalmente la presencia de una notable “abolladura” en la “noble armadura” del “máximo campeón de la democracia del mundo”.

¿Podría ser que pronto se avecine una declaración similar de parte de la Comisión en cuanto a la condición de los territorios de los EE.UU.? Aún mantenemos viva la esperanza.

Esta es una de varias columnas adaptadas en serie del contenido del libro “El asunto inconcluso de la democracia americana” (2009). El autor es profesor universitario.


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